domingo, 1 de mayo de 2011

RAFAEL DE NOGALES: soldado, caballero andante y aristócrata socialista

Nació en Venezuela y se llamaba Rafael Ramón Intxauspe Méndez. Se le conoce como Rafael de Nogales porque prefirió la traducción al español del apellido vasco Inchauspe. Fue militar profesional y guerrillero, conspirador político y espía, cazador y viajero, escritor y conferencista. Hablaba seis idiomas y frecuentó a la nobleza de Bélgica, Alemania y España. Recorrió cuatro continentes y su divisa era: "Cuando veas una guerra buena, alístate para combatir en ella". Algunos lo definen como "aristócrata socialista" y otros como "terrorista apoyado por bolcheviques". Él se considera a sí mismo "caballero andante y ciudadano del mundo", a la búsqueda de "un dictador que derrocar o un ejército de patriotas que organizar".


Nogales pelea junto a los españoles contra la invasión de Estados Unidos a Cuba a fines del siglo XIX y a principios del XX recorre el norte de África y la India. Es vaquero en Arizona y Nevada, minero en California y cuatrero en Texas. En la frontera se une a los revolucionarios mexicanos. Opera como agente secreto en China. Maneja un juzgado en Alaska, caza ballenas y convive con esquimales. Conspira contra el dictador Juan Vicente Gómez en Venezuela. En la Primera Guerra Mundial se alista con Alemania, sirve como oficial en el ejército turco y es condecorado con la Cruz de Hierro. Viaja como corresponsal de guerra en Nicaragua, conoce al rebelde Augusto C. Sandino y propagandiza su causa en Estados Unidos.


Personaje que parece surgido de la imaginación de Emilio Salgari o Joseph Conrad y autor de cuatro libros, de sus 59 años de vida pasa aproximadamente 15 en Venezuela y siempre por períodos cortos. Opositor a las dictaduras de turno en su país, una y otra vez parte al exilio.


El escritor y diplomático Kaldone G. Nweihed, embajador venezolano en Turquía y autor del libro The world of Venezuelan Nogales Bey, afirma que este caballero trotamundos y rebelde estuvo en contacto con doce imperios: el zarista, el prusiano, el austro-húngaro, el otomano, el manchú, el inglés, el español, el francés, el belga, el holandés, el portugués… y el naciente imperio de Estados Unidos.


Entre las armas y las letras


Hijo de un acaudalado matrimonio español, Rafael nace en octubre de 1877. Su padre, un hidalgo de origen vasco, es coronel y propietario de grandes plantaciones de café en Táchira, estado del oeste venezolano. Dos de sus tres hermanas se casarán con alemanes: una, con el cónsul Paul Johannes Gerstaecker; la otra, con el conde de Westerholtz, propietario de un castillo en Renania.


Rafael es enviado a los siete años a Alemania para terminar su educación primaria. Completa sus estudios en Bélgica e ingresa como cadete en la Real Academia Militar, donde es compañero del príncipe -y futuro rey- Alberto. En esa época, los monarcas belgas acostumbran invitar al palacio al mejor alumno de la academia, honor que goza Nogales. Egresa como subteniente y toma cursos de filosofía y letras en las universidades de Bruselas, Lovaina y Barcelona.


El joven frecuenta los círculos del rey Leopoldo de Bélgica, el káiser Guillermo II de Alemania y Alfonso XIII de España. Para entonces, además del castellano, habla y escribe alemán, francés, italiano e inglés. Más adelante, aprenderá turco para comunicarse con sus soldados sin necesidad de traductor.


Bautismo de fuego


Cuando en 1898 estalla la guerra entre Estados Unidos y España por la entonces posesión colonial de Cuba, adopta el apellido Nogales y se alista como alférez en el ejército español. Tiene su bautismo de fuego en la isla a los 20 años. Tras la victoria norteamericana huye a Haití, desde donde viaja a Marruecos y revista por poco tiempo en el ejército del sultán Abd al-Aziz.


Recorre el norte de África, la India, Afganistán, Indonesia y Angola. Después visita Inglaterra e Irlanda. Se traslada a Boston y en 1902 regresa a Venezuela.


Tiene 24 años, habla con acento alemán y aspira a iniciar una carrera en el ejército. Pero enseguida surgen diferencias políticas con el régimen del general Cipriano Castro y se interna en la selva con la idea de derrocarlo. No tiene éxito, pero adquiere experiencia en algo que no le enseñaron en la academia militar ni aprendió en Cuba y Marruecos: la guerra de guerrillas.


Al año siguiente, enfermo de malaria y herido en una pierna, huye rumbo a República Dominicana y pasa a Haití. Después atraviesa América Central -en Nicaragua es bien recibido pero Honduras y Guatemala ofrecen una recompensa por su captura- y llega a México. Cruza la frontera, trabaja con vaqueros en Arizona y caza osos en Nevada, donde se hace llamar Nevada Méndez. En Yuma vende su caballo, armas y equipo, va a San Francisco y se embarca a China, adonde llega a principios de 1903.


En el Lejano Oriente ha terminado la guerra chino-japonesa y está por comenzar la ruso-japonesa. Recorre Cantón y Shangai, se mueve en círculos diplomáticos, trabaja como espía para los gobiernos de Japón y Corea, viaja a Pekín. Una noche, cuando una bala rusa le roza el estómago, se da cuenta de que está siendo utilizado como carnada en el "gran juego" de la intriga internacional. A fines de aquel año sale apresuradamente a Siberia y se embarca hacia Alaska. En octubre ha cumplido 26 años y ya ha recorrido medio mundo.


Cazador, buscador de oro, cuatrero


De 1904 a 1906 vive en Alaska. Atiende por un tiempo el juzgado de la naciente ciudad de Fairbanks y convive con esquimales. Con ellos caza ballenas, come su carne cruda y bebe hootch, aguardiente que los nativos destilan de azúcar, harina y helechos. Los siguientes dos años los pasa en Estados Unidos, donde se dedica primero a buscar oro y después a vender ganado en Nevada y California.


En el Hotel Green, de Pasadena (California), conoce al anarquista mexicano Ricardo Flores Magón, quien ha oído vagamente acerca de sus andanzas. Viaja a Texas, donde se le unen Mike O'Reilly y Jimmy Sears, "vaqueros por tradición, mineros por necesidad y aventureros de nacimiento". En la zona fronteriza de El Paso y Ciudad Juárez se dedican al arreo y venta de reses ajenas. En sus memorias describirá aquellos "antiguos días de vaquero en Río Grande, donde cada quien llevaba la ley colgada del cinturón".


"Por aquellos días lo cuatreros eran regularmente distinguidos caballeros deportistas que cruzaban la frontera", relatará años después en sus Memorias de un soldado de fortuna. "Algunas veces cabalgando por semanas una angosta vereda, escapando de la vigilancia bajo un cielo abierto, aventurando ser colgados del árbol más cercano. Era una fortuna cuando el árbol se encontraba algo distante, como para darle tiempo al hombre de pensar, de rezar sus oraciones, de sobornar a sus captores".


Con los revolucionarios mexicanos


En esa época, Nogales es un hombre alegre: "Hoy hablaba de política americana con el gobernador de Texas, mañana hacía conocer a un par de senadores de Estados Unidos las explosivas y deliciosas enchiladas en un café mexicano, dirigido por un chino y financiado por un americano. Dos días después estaba arreando ganado cien millas afuera, sucio y sudoroso, pero tan feliz como un estudiante escapado de clases".


A eso se dedica cuando es convocado por Flores Magón para unirse a la revolución contra Porfirio Díaz. A partir de entonces, merodea con sus amigos O'Reilly y Sears entre Durango, Chihuahua y Sonora. Hacen lo que mejor saber hacer: transportar explosivos y robar ganado para alimentar a los revolucionarios mexicanos.


En 1909, Cipriano Castro es alejado del poder en Venezuela y Nogales regresa tras ocho años de ausencia. En 1910 asume el general Juan Vicente Gómez, quien se propone gobernar con mano dura. Nuestro hombre se transforma en opositor. De los cinco años que reside en su país, dedica cuatro a intentar el derrocamiento de Gómez -que permanecerá en el poder hasta 1935- desde la frontera con Colombia.


En la Media Luna turca


Cuando en 1914 estalla la Primera Guerra Mundial, Nogales se encuentra refugiado en Curazao y se embarca hacia Europa. Se ofrece como voluntario primero en el ejército de Bélgica y después en el de Francia, pero no acepta en ninguno de los dos el requisito de renunciar a su nacionalidad.


Viaja a Bulgaria y en Sofía conoce al mariscal prusiano Colmar von der Goltz, veterano de las guerras austro-prusiana y franco-prusiana, autor del libro El pueblo en armas. Von der Goltz le ofrece unirse al ejército alemán con el grado de capitán sin perder su condición de venezolano. Nogales acepta combatir al servicio del Imperio Otomano, aliado de Alemania.


Desde enero de 1915 hasta octubre de 1918 es oficial del ejército turco con el nombre de Nogales Bey. Primero lucha contra el ejército zarista en Anatolia. Después, hostiga a los armenios del Cáucaso que se han aliado a los rusos para independizarse de los otomanos. Al mando de 12.000 soldados, se enfrenta a 35.000 milicianos armenios en la ciudad de Van, situada a 1.700 metros de altura. De ahí parte al Kurdistán, en la frontera con Persia, para frenar a 30.000 rusos que vienen al rescate de Van y se enfrenta a la caballería cosaca en Bash-Kale, en las montañas de Kurdistán.


Sin embargo, indignado por las masacres de armenios cristianos solicita la baja. El Estado Mayor no se la acepta, pero lo cambia de frente. Es posible que de esa forma haya salvado su vida, ya que varios oficiales turcos están dispuestos a matarlo porque lo consideran un testigo comprometedor.


La cruz de hierro


En su nuevo destino, Nogales combate a británicos y árabes en Irak, Siria y Gaza. En mayo de 1917, penetra cien kilómetros tras las líneas inglesas y destruye líneas de ferrocarril y bases logísticas. Ese año lo nombran gobernador militar del Sinaí.


En 1918 toma cursos avanzados en la Academia de Guerra de Constantinopla, dictados por profesores alemanes. El sultán otomano Reshid Effendi lo condecora con la Estrella de Medchedieh y lo asciende a coronel. También recibe la Cruz de Hierro en Primera Clase, otorgada por el káiser Guillermo II. El origen de esta distinción -que muchos consideran erróneamente una condecoración nazi- se remonta a 1813, como homenaje a los militares que combatieron contra Napoleón.


Nogales va de licencia a Europa, donde al poco tiempo se entera de la derrota de su bando y el fin de la guerra. Podría haberse quedarse a salvo allí, pero regresa a Estambul para estar junto a sus camaradas de armas y asumir las consecuencias. Los vencedores, sin embargo, lo agasajan por haber salvado a 250 prisioneros británicos de la muerte. Recoge sus condecoraciones y cuadernos de apuntes, y en abril de 1919 se embarca rumbo a Madrid y de ahí a América.


Tiene 42 años y es general de brigada. Pero la prensa de su país no le perdona que haya elegido un exótico bando "oriental". "El Garibaldi andino", lo apoda un escriba al servicio del dictador Juan Vicente Gómez.


A partir de entonces, sin dejar de viajar, se transforma en periodista, escritor y conferencista. En 1920 regresa a Venezuela. Se recluye en un pueblo de los Andes, cerca de la frontera colombiana, y se dedica a escribir Cuatro años bajo la Media Luna. Viaja a Berlín, donde en 1925 sale la edición en alemán. Y se publica en inglés en Londres en 1926, dos años antes que Los siete pilares de la sabiduría, de Thomas Edward Lawrence. En Venezuela, el general Gómez prohíbe el libro.


La contracara de Lawrence de Arabia


El 15 de noviembre de 1937, el escritor Roberto Arlt publica en el diario El Mundo un artículo titulado "Lawrence: 500.000 dólares. ¿Y Rafael de Nogales?". Allí se pregunta:


"¿Por qué se recuerda a Lawrence y se olvida a Nogales? Los dos han sido temerariamente aventureros, los dos 'han trabajado con las manos tintas en sangre' durante varios años en el desierto; los dos fueron escritores. […] Cuatro años bajo la Media Luna, el libro del general Nogales, tiene la misma grandeza sombría que Los siete pilares de la sabiduría de Thomas E. Lawrence. […] Creo que era un deber de justicia evocar el libro del aventurero Nogales, agotado en castellano, mientras que en estos momentos se recuerda tan vivamente la obra de Lawrence".


Al igual que Lawrence, su contraparte en Oriente Medio, Nogales nunca se casa ni tiene hijos. Pero a diferencia del inglés, no existen testimonios de que le gustaran los jovencitos. Hay que reconocer, sí, que quiere más a sus caballos y mulas que a las mujeres. Está convencido -y así lo escribe en Memorias de un soldado de fortuna- que "las mujeres, con excepción de aquellas que sirven como enfermeras, se convierten en verdaderos problemas para los ejércitos".


Don Quijote militar


Nogales frecuenta a compatriotas exiliados en Londres y da conferencias en Europa. Aunque él combatió en el bando rival a Gran Bretaña, el gobierno le reconoce haber salvado la vida de prisioneros ingleses.


"Profesores de Salamanca, Coimbra, Oxford y Cambridge le rinden pleitesía", recuerda la periodista y poetisa Ana Mercedes Pérez, que lo conoció de pequeña porque era hija del cónsul de Venezuela en Londres. Pero el embajador venezolano lo considera un "comunista y peligroso terrorista, apoyado por bolcheviques rusos y mexicanos". El consulado no opina igual… y "rompe relaciones" con la embajada.


Nogales viaja a Nueva York, donde conoce a la feminista, poetisa y escritora Muna Lee, nacida en Mississippi y esposa del periodista Luis Muñoz Marín, futuro gobernador de Puerto Rico. Ella mejora notablemente la traducción al inglés de Cuatro años bajo la Media Luna y logra que la crítica se ocupe del autor. "Don Quijote militar", lo define The New York Herald Tribune.


Entre 1927 y 1928, Nogales es corresponsal de guerra en Nicaragua. Entrevista al "general de hombres libres" Augusto C. Sandino y colabora con su causa. Después publica El saqueo de Nicaragua, donde describe al Héroe de las Segovias así:


"Pálido y ojeroso. Mirada penetrante. Labios resecos. Estatura de Bolívar. Sandino no es un Napoleón ni tampoco un hotentote. Para mí, es un líder de masas, un estratega astuto de la escuela de Abd-el-Krim, de fama en Marruecos. Como Abd-el-Krim, Sandino consiguió adaptar las tácticas militares modernas a las condiciones topográficas y climáticas de la región en la cual realiza sus operaciones. Es un hombre sencillo, hecho a propio esfuerzo, de lo que está orgulloso".


En 1930 el libro es prohibido por el gobierno en Estados Unidos. La editorial Robert McBride & Co debe pagar una multa de 250.000 dólares -una suma exorbitante para la época- y quiebra. El autor lo publica nuevamente en Londres, pero enviados de Washington compran casi toda la edición.


"Ya no es el viajero que vaga errante por los siete mares, a caza de un contrabando de armas o de una mina de oro", escribe Ana Mercedes Pérez en el prólogo de 1975 a El saqueo de Nicaragua. "Ahora lucha contra las invasiones armadas en América Latina y contra el oro robado de nuestras minas. Tampoco es el Bey Nogales a la cabeza de doce mil turcos tomándose la ciudad de Van, ni es el caballero ocioso fuera de combate, buscando ingeniosamente el modo de hacer fortuna. Prefiere viajar con título de periodista, armado de su pluma y cámara fotográfica al mismo teatro de los acontecimientos, para desnudar el alma de la dolida Nicaragua".


Entre Estados Unidos e Inglaterra, Nogales publica Memorias de un soldado de fortuna (1932) y Sombrero de copa y espuelas (1934).


Con la pobreza en los talones


El tirano Juan Vicente Gómez -apodado "El Bagre" y padre de 15 hijos reconocidos y más de 70 naturales, casi todos empleados en la administración pública- muere en 1935. Al año siguiente, Nogales regresa a Venezuela y se pone a las órdenes del nuevo gobierno. Quiere contribuir como militar o político a la reorganización de su patria.


Pero la desconfiada mediocridad ambiente de algunos compatriotas le retacea un cargo en el ejército o una banca en el Senado. Brilla demasiado y temen que los opaque. Sólo le ofrecen un puesto de administrador en la aduana de Las Piedras, un pueblucho costero al noroeste del país, a más de 500 kilómetros de Caracas. Acepta porque no tiene un centavo. La humedad del lugar agrava sus enfermedades.


"La pobreza rondaba sus talones de hombre honesto", recuerda Ana Mercedes Pérez. "Ahora era simplemente Nogales, escritor, que había sobrevivido por el oficio quijotesco de vender sus libros. […]. En pocos meses se había envejecido. Su aparente artritis parecía venirle del alma". Inactivo, aburrido y desterrado en su propia tierra, renuncia a los cinco meses.


Un bulto en un depósito


Para alejarlo de Venezuela, le ofrecen viajar a Panamá a estudiar el funcionamiento de la Guardia Nacional. Llega de traje raído, suelas gastadas, muy enfermo. El 10 de julio fallece de pulmonía. Faltaban tres meses para que cumpliera 60 años y ya era un anciano decrépito, pero de tristeza. Entre las pocas pertenencias de su austera vivienda se encuentra un cheque del National Bank of New York por poco más de mil dólares que se destina a embalsamarlo y trasladarlo en barco a su país.


Como paradoja final, el 24 de julio de 1937, mientras se conmemora el natalicio del Libertador Simón Bolívar, su cadáver es descargado en el puerto de La Guaira. Nadie lo espera ni lo reclama. El gobierno y los políticos permanecen tan indiferentes como cuando el militar se enfermaba en la aduana de Las Piedras. Una semana después, unos periodistas logran rescatar el bulto abandonado en un depósito.


Lo entierran el 2 de agosto sin honores ni ceremonia. El káiser de Alemania, su amigo exiliado en Holanda, envía una corona de flores al cementerio y una tarjeta: "A Rafael de Nogales Méndez, generalísimo en la gran guerra, uno de los caballeros más valientes y nobles que haya conocido". Recién en 1975 -casi cuatro décadas después- sus restos son trasladados al panteón de las Fuerzas Armadas de Venezuela. Sus condecoraciones se hallan en el Museo del Recuerdo de la Escuela Militar.


Nacionalista y bolivariano


En los últimos años, ha comenzado a rescatarse la figura de este militar hidalgo que proponía la unificación de América latina a través de carreteras y redes ferroviarias construidas sin participación estadounidense ni europea. Una de las personas más activas en esta tarea es el embajador Kaldone G. Nweihed, quien en un prólogo reciente a Cuatro años bajo la Media Luna afirma:


"Su pensamiento político sigue siendo materia prima poco aprovechada. A nivel venezolano era nacionalista, admirador del Libertador y manifiestamente opuesto a la dictadura. A nivel latinoamericano reiteraba su fe en la integridad histórica y cultural del continente con plena autonomía con respecto a Estados Unidos. A nivel universal partía de la defensa de los países débiles desde una plataforma antiimperialista e izquierdista".


La historiadora Jasmina Jäckel de Aldana coincide:


"Desde el punto de vista nacional, Nogales aparentemente fue influido por la idiosincrasia bolivariana y democrática, mientras que en el aspecto regional latinoamericano se manifestó expresamente panlatinoamericanista y pionero de la unificación. Abogó por la idea de la 'raza' latinoamericana unida, como contrapeso a las potencias mundiales, Estados Unidos y Europa, proponiendo la idea original de una alianza con la naciente potencia japonesa".


En la dedicatoria de Cuatro años bajo la Media Luna, Nogales indica: "Esta modesta obra, escrita con la tosca pluma de un soldado, la dedico respetuosamente a la memoria de mis compatriotas latinoamericanos, desde México hasta la Argentina, que durante la Guerra Magna supieron combatir y morir con gloria para mantener en alto la tradición guerrera de nuestra raza".


Y muchas décadas después, Otto H. Burguera lo recordará con estos versos:


En su bajel de eterno, errante peregrino,


los inmensos mares de la aventura surca.


Y, sueña cuatro años este andino,


bajo la Media Luna de la bandera turca.





No hay comentarios:

Publicar un comentario