sábado, 26 de marzo de 2011

DISCRIMINACIÓN SELECTIVA

Periódicamente leemos, escuchamos y vemos, en todos los medios, que la comunidad judía reprocha atentados en sus cementerios, templos e instituciones, que por lo general consisten en pintadas de ciertas frases o una cruz svástica, con toda razón los denuncian y todos los medios lo publican y docenas de organizaciones e instituciones privadas y oficiales se manifiestan en solidaridad con la colectividad israelita, lo veo justo.

También leemos, escuchamos y vemos los atentados que cometen las organizaciones políticas de izquierda y las instituciones que agrupan a lesbianas, travestis, transexuales, gay, onanistas, pedófilos, y a cuanto maricón y degenerado ande suelto, que hacen pintadas en la Catedral Metropolitana, en el Cabildo, en el Palacio Municipal, etc.


Parecería que agredir a algunos es considerado un delito, en cambio, cuando se trata de pintar iglesias, edificios y monumentos nacionales no se considera daño a la propiedad, en estos casos se trata de “libre expresión democrática”


Si yo convocara a matar a determinado grupo social o político, a los dos minutos estaría preso con pito y cadena, la Bonafini, los D´Elia y toda esa sarta de impunes recitadores de la violencia y el odio lo siguen haciendo alegremente y a los cuatro vientos, si yo hablara a favor del proceso, sería acusado por apología del delito, en cambio ellos declaman sus loas a asesinos y terroristas con toral libertad


El INADI es una gran mentira, es arbitrario y solo sirve para amparar a delincuentes subversivos


José Mármol

viernes, 4 de marzo de 2011

SER NACIONALISTA NO ES VESTIRSE DE GAUCHO

Diariamente recibo correos que critican la compra, en nuestro país, de tierras por extranjeros, coincido con el espíritu del mensaje, sería preferente que esas tierras fueran propiedad de argentinos que las trabajen.


Soy argentino de sexta generación y considero que las millones de hectáreas improductivas en manos de argentinos dañan mas al país que estando en explotación por parte de inversores extranjeros.


Ser nacionalista no es ser como el perro del hortelano, que no come ni deja comer.


Los que nos interesamos por la historia de nuestra Patria, sabemos que las grandes estancias argentinas fueron fundadas por inmigrantes, extranjeros que trabajaron de sol a sol en climas inhóspitos, donde el único habitante eran los indios, la nieve, el frío y el viento.


Esas familias construyeron infraestructuras fundamentales, que no solo todavía perduran, sino que fueron mejoradas año a año y hoy son un orgullo para las nuevas generaciones de esos pioneros.


Si las tierras las compran extranjeros es porque hay argentinos que se las venden.


Ser nacionalista no es vestirse de gaucho, sentarse con una guitarra a la sombra del ombú a tomar mate y cantarle al hornero su esfuerzo para construir el nido.


Ser nacionalista es amar y defender a la nación, sentir orgullo de ser argentino, favorecer el desarrollo económico, cultural y social.


No hagamos como los aborígenes, que reclaman la propiedad de grandes extensiones de tierra, que nunca trabajaron y que tampoco lo harán, porque prefieren colgarse una pluma y vivir de dádivas antes que tomar una pala.