lunes, 13 de septiembre de 2010

¿EN EL NOMBRE DE DIOS?



¿EN EL NOMBRE DE DIOS?


Por José Mármol


Cuando Moisés, Jesús, Mahoma o Buda recibieron como gracia personal el mensaje de Dios fue para señalarles como debían comportarse ellos con sus semejantes y que transmitan a sus pueblos las normas reveladas.


Ellos cumplieron fielmente con el mandato divino, con su ejemplo y su palabra predicaron los mandamientos del Señor y encomendaron a sus discípulos que lo continúen haciendo, pero sus adeptos eran hombres que a su vez debieron formar a mas predicadores para continuar enseñando esos claros e irrebatibles principios, desdichadamente muchos de estos hombres no se limitaron a la misión específica encomendada por el Señor y su soberbia los llevó a pensar que ese cometido los convertía no el mensajero de un recado sino en el representante de Dios en la Tierra y se atrevieron a acomodar las Verdades Reveladas de acuerdo a sus ambiciones atribuyéndose el poder de perdonar o castigar en Su nombre.


Si estos discípulos no se hubieran apartado del camino que les marcaron sus maestros no tendríamos las cientos de doctrinas que se enfrentan presentando sobre un único mensaje tantas interpretaciones como personajes que se arrogaron la atribución de adaptarlo intencionadamente o por interés o ignorancia


¿Qué ser humano puede atreverse a hablar en nombre de Dios?


Solo lo hará aquel que aprovechando la ignorancia de su pueblo pretenda convertirse en el temido dueño de sus vidas y sus almas.


Considero que ningún hombre debe atribuirse tamaña potestad, Dios ya nos ha indicado cual debe ser nuestro comportamiento y si no lo hacemos solo responderemos ante Él y solo Él es quien nos juzga en cada acto que realizamos, Su Justicia es sempiterna y ecuménica y no requiere de un hombre que nos patrocine, Él es Justo y conoce cada pensamiento y cada acción nuestra.

La justicia terrenal califica nuestra conducta por códigos que fueron escritos por hombres que han concebido las reglas de comportamiento necesarias para una convivencia social, pero estas normas no son perfectas ya que reglan los hechos según los intereses, la cultura, la geografía y la época en que se desenvuelven sus autores, son temporales y contemplan las actitudes exteriores, son reglas humanas y por lo tanto imperfectas.


La Justicia de Dios es un misterio que nadie puede conocer y por lo tanto no existe mas juez que Él, quien se atreva a perdonar o a castigar en Su nombre es un impostor.


Así como fueron abominables las persecuciones a los cristianos, judíos, y mahometanos lo fueron también las acciones de muchos Papas, sacerdotes, rabinos, imanes y tantos otros que en nombre de Dios se atrevieron a matar o robar durante miles de años.


No debemos confundir a quienes se llaman pastores con los que realmente son nuestros guías espirituales, el pastor es aquel que cuida y alimenta a su rebaño, pero su objetivo final es servirse y alimentarse de él, el guía espiritual es el que despojado de las ambiciones materiales se preocupa por ejemplarizar con su conducta la palabra que predica.


Nada aprendió la humanidad, a estos impíos los seguimos sufriendo en este siglo XXI, siguen masacrando pueblos, robando territorios, fabricando guerras, condenando a la humanidad a un terror permanente en nombre de David, Mahoma, Jesús o Buda.


Si tuviéramos un mínimo de racionalidad recapacitaríamos en que ninguno de los profetas nos enseñó a matar en nombre de Dios, si queremos matarnos, si queremos odiarnos lo podemos hacer porque Dios nos otorgó el libre albedrío, matémonos, odiémonos si nos place hacerlo, pero no seamos hipócritas y hagámoslo como personas que ambicionamos poder, riqueza o celebridad, seamos auténticos hombres y no usemos el nombre de Dios en vano.


La justicia humana con sus jueces, fiscales y defensores, según su parcialidad nos premiará o castigará aquí en este planeta y durante el breve periodo que nos toque vivir


La Justicia Divina es a la tendremos que enfrentarnos en la eternidad.


Solamente confiemos en el Señor que es el único infalible y misericordioso, los hombres somos intolerantes y contradictorios.


Mayo de 2004


josemarmol_2001@yahoo.com.ar

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